Dia de la Biblioteca, 24 d’octubre 2016

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Franco Mattichio

Algú m’han contat que el proper dilluns 24 d’octubre és el Dia de la Biblioteca. Seria fantàstic organitzar una festa amb confeti i bombolles de sabó i m’encantaria vestir-me per a l’ocasió com el personatge d’algun llibre, seure a la taula d’una biblioteca de la ciutat on visc i esperar que vinguin a visitar-me. A les biblioteques pots ser qui tu vulguis. Des de Mary Poppins fins a Matilda, Atreyu, Dràcula o fins i tot Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. Pots posar-te botes de pèl, plomes, xanques i barrets.

Aquest és un fragment del pregó d’enguany que ha escrit la Ledicia Costas amb motiu de la commemoració del Dia de la Biblioteca, una iniciativa de l’Associació Espanyola d’Amics del Llibre Infantil i Juvenil, amb el suport del Ministeri de Cultura, en record de la destrucció de la Biblioteca de Sarajevo incendiada el 1992 durant la Guerra dels Balcans. La festa se celebra des de l’any 1997.

Cada any un escriptor i un il·lustrador redacten el pregó i el disseny del cartell que es difon entre totes les biblioteques d’Espanya. Aquest any les escollides han estat la Ledicia Costas, darrera guanyadora del Premi Nacional i del Premi Lazarillo i la il·lustradora Elena Odriozola, també guardonada amb el Premi Nacional d’Il·lustració el 2015.
Si no us arriba el cartell a l’escola, el podeu imprimir, ampliar i repartir a les classes per llegir-lo el proper dilluns. El trobareu al web de Amigos del libro: http://www.amigosdelibro.com/

El text, molt bonic, diu així:

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Jacek Yerka

Una luciérnaga es una isla perdida en la noche más densa. Cien luciérnagas, una constelación misteriosa que marca el rumbo hacia otros universos. Así, con esa estrategia de luz, se organizan los libros que moran en las bibliotecas. Son caricias fosforescentes que incendian los sueños y recomponen los corazones grises hasta hacerlos recobrar su color rojo brillante. Cualquier individuo que padezca el síndrome del corazón gris, debería ponerse en manos de un experto y visitar una biblioteca.
Para escribir un libro, además de hacer malabarismos con las palabras hay que ser una desvergonzada o un loco. Un atrevido, una excéntrica descontrolada. Llevar un calcetín de lunares, otro de rayas y los pelos de punta. Una cresta como las que lucen las cacatúas sería un peinado muy interesante para un escritor. Solo las mentes más disparatadas son aptas para escribir libros. Pero para custodiarlas no es suficiente con tener un desajuste en los cables cerebrales. Es indispensable ser de fuera. Un extraterrestre. Las bibliotecas albergan seres con antenas giratorias, cerebros millométricos que memorizan títulos rebuscados, rimbombantes, campanudos. Las personas que custodian libros siempre me han parecido criaturas singulares. Están dotadas de extremidades retráctiles que estiran y estiran hasta alcanzar aquel volumen al que parecía imposible acceder. A continuación, como si nada, se recomponen y todo vuelve a su posición natural. Parecen seres humanos, pero a poco que les observes percibirás que no son de aquí. Una de las cosas que más me fascina de los bibliotecarios es su cerebro. ¡Me parecen tan listos! Los libros fabrican pensamientos. Pasar tantas horas dentro de una factoría de ideas es bueno para tener un corazón rojo y brillante y una cabeza repleta de planes fantásticos.
Alguien me han contado que el 24 de octubre es el Día de la Biblioteca. Sería genial organizar una fiesta con confeti y pompas de jabón. Celebrarla por todo lo alto. Me encantaría vestirme para tal ocasión como el personaje de algún libro, sentarme en la mesa de una biblioteca de la ciudad donde vivo y esperar a que fueran a visitarme. En las bibliotecas puedes ser quien tú quieras. Desde Mary Poppins hasta Matilda, Atreyu, Drácula o incluso Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. Puedes ponerte botas de pelo, plumas, zancos y sombreros. ¡Sombreros! ¡Eso es! Imagino a una pequeña lectora acercándose a mí discretamente, atraída por los colores y formas de mi sombrero:
—Sombrerera loca, ¡qué fiesta más maravillosa! ¿Sería tan amable de servirme una taza de té?
Yo se la serviría con mucho gusto, poniendo cara de mujer refinada, y luego ambas haríamos ruido al tragar. Sonaría algo parecido a glup glup glup. Y antes de que nos diese tiempo de romper a reír de forma desenfrenada, aparecería el bibliotecario, como surgido de la nada, que para eso poseen la facultad de materializarse delante de ti en el momento más inoportuno, y nos advertiría de que las bibliotecas no son merenderos. Hay que reconocer que son únicos custodiando tesoros. Extraterrestres con el corazón rojo y brillante. Qué cosa tan extraordinaria. ¡Feliz Día de la Biblioteca!
Ledicia Costas

cartel

2 pensaments sobre “Dia de la Biblioteca, 24 d’octubre 2016

  1. Retroenllaç: 24 d’octubre dia internacional de les biblioteques

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